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Jazz

Caito Carrillo

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Historia

Caito Carrillo (El Salvador Jazz Group)

“Caito Carrillo es un artista que nace en la colonia Dolores y que trae la música como un feeling natural. El chamaquito tocaba cumbos y cajas de cartón. A los cuatro o cinco años ya lo contrataban para andar tocando en la calle”. Así habla de sus “pininos” en la música Edgardo Carrillo, uno de los mejores bateristas que han nacido aquí en el pulgarcito.

Caito recuerda el ambiente de sus años mozos: “Sonaba La Fiebre Amarilla con su canción “Pellejo”, sonaban Los Juniors con su canción “El Camino Real”, sonaba mucho la música nacional. Yo escuchaba esa música, me acuerdo de canciones como “Soy Guanaco”, “Chico anda bañate” y todo eso. Yo trataba de emular esas canciones en los cuchumbos que utilizaba como batería”.

En el año 1973, cerca del barrio de Caito ensayaba uno de los grupos que revolucionaría los años ochenta. Eran los “Thorns”, la banda de Chente Sibrián, otra leyenda del rock, que luego se llamaría Bronco. “Al salir de la escuela, en vez de agarrar el camino de la casa agarraba el camino que pasaba por la casa de “Chentiyo”, yo los miraba desde una tela metálica sin que ellos me vieran. Me gustaba escucharlos ensayar, me gustaba como sonaban”, recuerda.

Caito se quedaría con sus cuchumbos hasta que cumplió 14 años. “Recuerdo que en mi mente estaba tocando una canción de los 4 Seasons, fue la primera vez que me senté en una batería”. Caito se acuerda que su hermano Salomón Carrillo, que también tocaba la batería, empezó a tocar con Bronco.

“Mi hermano tuvo que dejar el grupo. Mi sueño siempre fue tocar la batería por que era mi onda, pero yo sólo lo hacía en mi casa, no me reprimía por estar tocando en las guías telefónicas. Me compré un par de baquetas y así me aprendí todo el repertorio de Jeff Beck y Deep Purple, Chicago, la Mahavishnu Orquestra de John Maclaughlin y todo eso. Cuando mi hermano dejó el grupo nunca me imaginé que le iba indicar a Chentiyo que ahí estaba yo”.

“Caito”, empezó a tocar con Bronco. Él recuerda como fue su primera reunión con Sibrian “Me dijo: queremos tener un baterísta que la gente diga que Bronco tiene un tremendo baterista, ese fue el requisito. Lo bonito es que yo ya me podía todas las canciones que ellos tocaban”. Caito dice que guarda esa memorias con cariño. “Recuerdo que en esa tiempo un era bien inmaduro, me gustaba robarse el show, hacer solos largos, me gusta desarmar baterías".

En ese tiempo la banda estaba compuesta por Meme Sibrian, Gema Sibrian, Chente Sibrian y Caito Carrillo. “El primer sueldo que me cayó fue de 25 pesos, después de haber tocado como cinco veces con ellos. La cuestión es esta: siempre he amado la batería, siempre he andado detrás de la batería, no importando las condiciones”.

A Caito siempre lo acompañó el espíritu de ser mejor. Estudiaba la habilidad de los bateristas nacionales y aprendía de ellos. Uno de sus bateristas preferidos era Juan Flamenco - de la Fiebre Amarilla -, y Mario Maida de Sagitario.

Después de Bronco, Caito pasó un buen tiempo alejado de la bataca. “Mi instinto era tocar en las guías telefónicas en el banco que me había diseñado”.

En el año 1981 Caito se va a México. “En México conocí amigos y empecé a ensayar de manera informal. Me acerqué otra vez a la batería pero honestamente no podía tocar. No sabía de tiempos, no sabía de volúmenes, no sabía tocar una canción sobriamente, sólo hacía desmadre. Sin embargo, yo siempre tenía el deseo de aprender”. Caito empezó a fijarse en la técnica de grandes bateristas. “Empecé a admirar a Billy Coban de la Mahavishnu”, relata.

Después de México, Caito Carrillo se va a vivir a Canada en el año 1983. Edgardo buscaba un maestro que le enseñara a tocar de verdad. El destino - o “El misterio”, como Caito lo llama -, lo llevó a la persona indicada. Era el maestro Vito Rezza, uno de los mejores músicos de estudio de Canadá, autor de cientos de clínicas de batería. “Era el Vinnie Colayuta de Toronto, su último disco lo grabó con él”, explica.

Sin embargo no todo fue fácil para Caito. “La primera clase que tuve con él fue decepcionante. Me dijo: Mira si vos queres pelear comprate unos guantes y dale duro a un saco. Eso me lo dijo después de que toqué en una audición para recibir clases con él. Yo era un chamaco que andaba creyendo todo el tiempo que era bueno. Me dijo que la batería era un instrumento para sacarle música, no para golpearlo... Me acuerdo que me sentí como en las caricaturas como cuando achican a Pedro Picapiedra y se hace “chiquitillo”. Así me sentí. Me hice chiquito. Todos los sueños que había acarreado por años allí terminaban. Había llegado a mi verdad, ya no me daba paja”.

Esa fue una prueba frustrante para Caito. “Yo era de aquellos que siempre andaba con mis baquetas. Tal vez estaba esperando el bus estaba pero yo siempre andaba dándole vuelta a mis baquetas. Después de esa clase me las escondí bien”, cuenta con humor.

Después Vito Rezza accedió a entrenar al muchacho. Caito describe esa experiencia: “Me quitó la venda de los ojos. Él era un músico de verdad. Le sacaba música a la batería que es más difícil que sacarle música a un instrumento armónico como el piano. Era increíble la manera como el se expresaba a través de las baquetas y el instrumento. Él era un músico completo. Tocaba sin “ajolotarse”, daba el golpe en el momento justo, en el lugar justo. Al final él me dijo: Si vos querés ser baterista yo en seis meses te hago baterista. Así empezaron mis clases”.

Caito aprendió a leer partituras y todo lo relacionado con el instrumento. En Canadá Caito tenía que trabajar para sobrevivir y se las arreglaba para no dejar de practicar. “Llegaba cansado de trabajar y con el gran deseo de ir a dormir, pero no. Encendía una lamparita, ponía el hule de práctica y empezaba a estudiar la página del libro que Vito me había recomendado. Yo sabía que para que no “me cayera”, en la siguiente clase, tenía que llevarla”, todo ese esfuerzo valdría la pena.

Pronto la relación entre los dos músicos pasaría de la enseñanza a la amistad. “Yo ya iba a las tocadas con él. Lo seguía, iba a la casa de él. Teníamos un “buen together”.

Gracias a la influencia de Vito, Caito empezó a escuchar la ejecución de bateristas como Steve Gadd, Vinnie Colayuta, etc.
 
Caito Carrillo dando clases en el Rock Camp de Vito Rezza, Canandá.

Vito Rezza fue el maestro de Caito Carrillo. Vito es un músico de estudio muy conocido y baterista del grupo 5 after 4 
De regre en la patria  
En 1986 Caito regresa a su país. Fue entonces cuando conoció a “Chamba” Elías quien tocaba en el grupo “Aurora” y empezó a tocar con él. “Me acuerdo que le toqué un poco para que me dijera si le parecía. Chamba me dijo que yo tenía la técnica para tocar cualquier cosa. Me tocó aprender a tocar cumbia en la tarima en la misma noche del show. Tocamos un show de tropical y uno de rock. Con él aprendí a tocar cumbia y salsa. Ahí formé reputación”.

Después de compartir escenarios con Chamba Elías, Caito empieza a experimentar con sonidos de Jazz fusionados con rock. En 1987 era parte del grupo Jazz Fusión Group El Salvador junto a José Rivera (R.I.P.) y otros con quien logra grabar un disco en vivo en el Auditórium de CAESS. “Es un orgullo ver lo que se hacía en este país bajo un clima de guerra”.

Después de este breve proyecto, Caito funda junto a Tato Enríquez el grupo Crisol (dedicado a José Rivera, asesinado en 1987). En 1992 Caito funda - junto a René Muñoz y Alejandro Cortez, Nelson Rauda, José Luis Dueñas -, el grupo Jazzero: “era una jazz que se salía de los esquemas”.

“He tenido la oportunidad de tocar con la mayoría de músicos de este país. He compartido escenarios con Nelson Bruni, Oscar Díaz, Salvador Bustos (nicaragüense), Oscar Alejandro, Luis López, Américo Masariego, Tony Oliva, con toda esa mara quitando lo cumbianchero”, afirma.

Caito confiesa que su pasión de siempre ha sido el Jazz y la fusión. Actualmente toca con Joel Barraza y Javier Gómez en uno de los tríos de Jazz más sólidos y más interesantes de escuchar de este país. También forma parte de El Salvador Big Band adonde comparte el escenario con cerca de 20 de los mejores músicos del país.

Sin embargo Caito sabe que ser músico en este país es un doble reto. La paga es poca y el esfuerzo es mucho ya que tiene que andar cargando sus instrumentos. “Si llega la gente te dan el cover, si no llegan no te dan nada. Eso es un poco decepcionante. No se puede vivir de estímulos. Por eso doy clases”.

Caito dice tener esperanza que de aquí a unos 50 años la música y la condiciones del músico salvadoreño haya evolucionado. “El problema es el irrespeto, ni el dueño de los lugares respeta a los músicos, ni los músicos se respetan entre ellos. Sólo poniéndose apodos pasan. Es un ambiente mesonero y lo digo por observación. De los grupos actuales, el mejor que he visto en años son Las Tres Ramas del Árbol”.
 
El maestro  
La otra cara de Caito Carrillo es como Profesor. “Si yo he formado 100 bateristas ha sido poquito”, dice Caito. Efectivamente, entre quienes fueron sus alumnos se encuentran buenos percusionistas como Octavio Salman, Samuel Galán, Arturo “La Gota” Tovar, y otros.

En Canadá pudo dar clases en el Rock Camp - un tipo de curso de verano musical -, junto a su maestro Vito Rezza. Caito empezó a dar clases en el año de 1992. “Daba clases en la YMCA aquí en El Salvador. Después empecé dar clases particulares”.

Edgardo se siente muy a gusto como profesor. “Yo cuando fui estudiante siempre fui mal alumno y siempre desee tener un profesor comprensible, que tuviera paciencia. Me decían entendiste y yo decía sí pero por pena. Yo hago de cuenta que me estoy dando clases yo mismo. Trato de ser comprensible. Creo que la gente aprende conmigo por eso. Creo que nunca he dejado ir a nadie sin entender. Trato de ser el profesor ideal”.

Caito cuenta una de sus grandes satisfacciones es ver a sus alumnos tocando. “En ese momento retrocedo el “cassete”, y me acuerdo de cuando no sabían con qué mano pegarle”.

Para que sepan el calibre que tenía Caito en el año 1987, musica.com.sv les presenta esta grabación histórica de temas compuestos por este maestro.

Fundación: 15 años

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Comentarios

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Janelle
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alvaro 17/08/2009 - 06:44:02 am
identidad propia

por que no se reune un grupo de musicos salvadorenos a fin de refinar el "xuc" por decir algo u otro ritmo autoctono? O por que no inventarse uno? Claro, que no sea una bayuncada como el atol de elote o el ;as pupusas. Seria bueno como salvadorenos tener un ritmo que nos identifique y del cual podamos sentirnos orgullosos, incluso que sonara en las calles en un carnaval o en las gradas en un partido de futbol.

Es una sugerencia que he querido hacer y espero este sea el medio por el cual se haga oir.

Gracias.

 

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