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Tezcatlipoca: “Despertando a los viejos dioses”

El grupo "Tezcatlipoca" (Señor del Espejo que Humea), ha resucitado los sonidos, el arte y la música de nuestra raza perdida. El grupo, compuesto por comprometidos jóvenes salvadoreños realiza una ambiciosa investigación que intenta rescatar una parte del pueblo nahuat: "una cultura que se niega a morir".

 Entre los instrumentos que estos jóvenes han rescatado del olvido - a los que llaman "fósiles vivientes" -, se encuentra el Pito Flauta. Este que vemos tiene "forma fálica con tres salidas de aire con una cámara de resonancia globular con entrada de aire en forma de muesca". Este tipo de pito se usó durante el periodo precolombino en el cuál no existía la solfa. Las diferentes tonalidades eran alcanzadas mediante la utilización de instrumentos de diferente tamaño.

Y es que la cosmogonía de las culturas de estas tierras mantuvo una relación armónica entre el hombre y la naturaleza. Así como el hombre adoraba las fuerzas de la naturaleza, así también era su afán de imitar los maravillosos sonidos que lo rodeaban. Es por eso que el sonido que sale de estos instrumentos recuerda el canto del zenzontle, de la chiltota, del torogoz... Nos recuerda el suspiro del viento. "Los tonos son una onomatopeya del entorno", explican.

 "Un tamaño de pito flauta más pequeño produce un sonido más dulce" explica Danilo Villalta, uno de los integrantes del grupo, quien además explica que Tezcatlipoca tuvo muchísimas dificultades para fabricar este instrumento.

"Estos pitos son hechos de barro y la quemada de este material fue lo más difícil. En la América Prehispánica no se conoció el torno, ni el horno cerrado. El barro era quemado en agujeros hechos en la arena de suelos barroso, ellos los cubrían con "ocote", ramas y hojas secas. Las piezas se colocaban de las más grandes a las más pequeñas. La temperatura máxima de este tipo de horno era de unos 600 grados", relatan. Es importante mencionar que el grupo elaboró todos sus instrumentos de la forma tradicional.

Otro de los instrumentos que utilizan son las "ocarinas". La ocarina tiene dos cámaras de resonancia con una entrada de aire. Esta que vemos, produce un sonido que hace vibrar los genes autóctonos que tenemos en nuestra sangre mestiza.

También se utilizan instrumentos de percusión. "Usamos bombos que antes eran elaborados con piel de venado. La resonancia depende de cómo se curta la piel. El bombo sigue figuras repetitivas con golpes fuertes y de diferente intensidad".

Tezcatlipoca está conciente que su ensamble de música es un intento o aproximación a lo que pudo ser una música altamente estilizada. "Nadie sabe como fue la música que tocaban, sin embargo al utilizar los mismos instrumentos podemos acercarnos un poco".

El grupo también utiliza los llamados "pitos indios". Estos todavía pueden ser encontrados en pueblos como Panchimalco. Estos pitos que vemos fueron hechos por un indio pancho que se llama Chac". El grupo advierte: "Hay otro tipo de pito que se llama Pito de Cofradía, ya para situaciones cristianas, pero nosotros nos mantenemos lo más alejado posible de Cristo".

Las cofradías vinieron a sustituir al Theot (Señor) que era el círculo de sacerdotes que llevaban el orden de las fiestas de Tunal lamat (Libro de los soles) y los pitos servían para la ceremonia de Xipetotec, la entrada de la primavera, celebrada el 3 de Mayo (conocido hoy como día de la cruz).

El pueblo nahuat tenía un concepto distinto de vida. Ellos rendían culto a la vida a través de la muerte. Se nace para morir y se muere para vivir. Para ellos era un círculo. Los cristianos piensan que la vida es lineal", expresan.

El círculo era la señal de la lucha eterna entre Ketzalcoat (serpiente emplumada y dios blanco) y Tezcatlipoca (Señor del Espejo que humea – el señor negro). “La vida y muerte tienen sus propios símbolos. El caracol es un símbolo de la vida”, explica Danilo Villalta. “El caracol era tocado para anunciar la entrada del lucero de la mañana. También es un instrumento de guerra”, comenta.

 Tezcatlipoca también utiliza la Chaucha, Atabal o Teponahuaste (señor del palo hueco) que es un trozo de árbol hueco hecho de madera de bálsamo. Los diferentes sonidos se logran al quemar la madera del tronco con diferente intensidad en sus diferentes áreas. También utilizan el Tlatopali (palo de lluvia) el cual es un bambú vaciado con piedras de río en su interior. Tarros llenos de maíz (para percusión), sonajas de semilla de pito.

Las sonajas son uno de los instrumentos que se niegan a desaparecer y son conocidas como “maracas”. Sin embargo las sonajas pueden variar en su forma y tamaño. Algunas eran utilizadas en ceremonias especiales.

 El grupo sabe que todavía su tarea no ha acabado. El tiempo es uno de sus peores enemigos. Los vestigios de la cultura nahuat están irradiando los últimos rayos de su ocaso. “Nos falta todavía hacer y encontrar instrumentos hechos de caparazones de tortugas que se utilizaban para percusión o eran sumergidos en agua para hacer los misteriosos tambores de agua”, el grupo dice que todavía falta mucho por investigar.

“El logro mayor que tenemos es la reproducción de estos instrumentos. Lo logramos observando piezas encontradas y que hoy están en el Museo David J. Guzmán, el libros de investigadores como Stanley Bou, y fotografías de la familia Meléndez”. El grupo también hizo investigación en los pueblos en los que aun se tiene un poco de sangre nahuat como Chalchuapa y Cigüatan. “Las principales barreras son las políticas gubernamentales”, afirman... Y es que en realidad este tipo de piezas arqueológicas no tiene utilidad encerrada en una exposición de museo sino en las manos de grupos interesados en hacerlas sonar de nuevo.

Integrantes: Danilo Villalta (vientista y orador), Vladimir Rivera (vientista), Rafael Mendoza (Percusionista y accesorios), Carlos Barreno (Percusionista y accesorios)

Genero: Musica indigenista de corte primitivista.

Influencias musicales: Talticpac. Ceremonias Nahuat