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¡Happy, happy Helloween!

Lunes, 10 de Abril de 2006
 
Algo raro ocurría el martes 21 en la Feria. De entrada, Legacy hizo su aparición mucho antes de las 8 de la noche y frente a un buen puñado de guanacos mostró su material, sobre todo covers de bandas europeas. ¿Y la “puntualidad” salvadoreña?

Para dar la explicación, en la tarima apareció un personaje sin rostro (¿acaso el Keeper of the Seven Keys?) y dio las palabras de introducción. Ya no había que buscar respuestas, era el concierto de Helloween y los alemanes estaban por entrar. Y eso que el reloj no marcaba ni las 9.

Y aparecieron entonces bajo el recibimiento de un anfiteatro medio vacío por la anticipación del concierto. Los demás metaleros todavía esperaban a las puertas de la Feria para sumarse a los del anfiteatro. Pero no importaba, y “King for a thousand years” y “Eagles fly free” fueron la muestra de que no había nada que detuviera el show, solo el pobre sonido que empañó todo el concierto. El mosh ya no paró desde entonces.

Pero el llamado de la garganta de Andi Deris fue atendido: la luneta frente al escenario se empezaba a llenar de camisas negras, al igual que las gradas. Los primeros ya pasaban la barda que separaba las dos zonas cuando el largometraje de casi 15 minutos llamado “Keeper of the seven keys” fue ejecutado y coreado por todos, al igual que todas las canciones que Helloween traía.

Aunque el desorden al frente obligó al primer llamado para no suspender el concierto antes de que la orda de metaleros arruinara las conexiones del sonido. Para calmar los ánimos, un solo de bataca de Dani Loeble y la primera muestra de humor con un duelo contra el bajista Markus Grosskopf a cargo de una batería de juguete. Media hora después, y rolas como “Occasion avenue” y “If I could fly” de por medio, llegó la competencia entre las guitarras... de juguete, la segunda broma del concierto.

Y como suele pasar en El Salvador, la falta de sentido común y el puñado que siempre quiere subir al escenario hicieron que “I want out” quedara a medias cuando la barda de seguridad de enfrente ya no pudo con el peso de la mara que empujaba. Helloween se detuvo y después de 10 minutos más las reparaciones del sonido continúo la rola.

Pero el concierto ya casi terminaba. Un anfiteatro medio lleno había sentido el recorrido por los más de 20 años de Helloween. Solo había que ponerle la tapa al regalo que le dieron a los metaleros y luego de la ya conocida “primera despedida” de las bandas y el español masticado de Deris llegó el verdadero final con “Dr. Stein”.

Helloween dejó otra página para el metal guanaco. Un gran concierto y canciones ya clásicas dijeron adiós después de dos horas y un poco más. “Pero faltó ‘Ride the sky’”, se oyó entre la mara que salía. Ni modo, nada es perfecto, ni el sonido del anfiteatro.
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