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Tarde de domingo. Según el calendario, 8 de mayo. La cita estaba pactada: 3 de la tarde en la Feria Internacional para ver en acción a los colombianos de Gaias Pendulum.
Un nuevo concierto se estaba gestando en tierras guanacas y dos bandas nacionales también fueron las invitadas.
Otro capítulo metalero que tuvo de todo, donde resaltó el poder escénico y el montaje de los suramericanos y donde algunos incidentes al final dejaron un mal sabor de boca.
El amanecer
Aunque el sol típico de la tarde calcinaba las espaldas de los cientos de metaleros que aún no ingresaban a la feria, adentro era otro ambiente. Era el amanecer del concierto.
El toque apenas daba los primeros respiros de musicón y Selvtier fue el encargado de inaugurar el mosh.
Sus seis integrantes empezaron, cerca de las 3:30, a calentar las dos torres colgantes de sonido que estaban dispuestas para el concierto y con su doom metal demostraron su calidad.
Los cerca de 400 metaleros que ya se habían apoderado del recinto aprobaron “La última agonía del ser”, “Los caminos de dolor” y “Por la tierra donde los reyes mueren”, algunas de las rolas que mostró la banda.
Casi una hora después llegó el turno para Tiara, que siguió el mismo sendero musical. Su doom atmosférico puso en escena algunas de sus creaciones, como “Infinito”, “El final del día” y “Encantamiento invernal”, y dejó al descubierto algunas interferencias en el sonido, las cuales acompañaron el resto del concierto.
Así terminó la presentación de los nacionales, con un pabellón que poco a poco se llenaba y un concierto que ya llevaba casi dos horas.
Visiones escarlata, primer acto
Afuera, el sol ya casi no castigaba. Adentro, solo era un re cuerdo.
Una neblina y colores tenues empezaron a devorar todo, casi cubriendo la pantalla gigante sobre el escenario que empezó a mostrar imágenes de lo que estaba por comenzar.
Visiones en rojo, imágenes del “Scarlet visions” para ser exactos, se mostraban mientras en la oscuridad la banda se preparaba.
Sin mediar palabras, el primer grito de Adrián presentó “Otoño”, a lo que obtuvo respuestas del público guanaco. Puro mosh. La presentación había comenzado. El reloj marcaba la mitad de las cinco.
Gaias Pendulum estaba ya en las tablas y su presencia se notaba, sus vestimentas también. Enfundados en cuero o con mallas y en medio de luces violetas y escarlatas, ambientes sombríos y por ratos llenos de luz, las guitarras de Juan David y Hernán, el teclado de Miguel y la bataca de Andrés complementaban uno a uno cada tema. “Soledad” se empezaba a ser la petición.
Y así como el juego de luces, el espectáculo era también una mezcla de los dos discos de Gaias: “Sin llanto”, “In the deep of Gaia” y “Paraíso” se alternan como muestra. Ritmo acelerado y luego un poco de calma también era parte del show, al firma de los colombianos.
Pero luego de casi media docena de rolas, Adrián cayó de rodillas. “Volver a pecar” era la razón, y también el final de la primera parte del concierto. Casi una hora de Gaias. Y los gritos seguían: “Soledad”.
Más Violet gothic, segundo acto
Luego de 5 minutos y los primeros golpes contra las vallas de seguridad comenzó el segundo acto.
“The astral eye of Desdemona”, “Light of redention” y “Butterfly” fueron una demostración más del significado del “violet gothic”, la filosofía hecha música de Gaias Pendulum. Y las gargantas seguían clamando por “Soledad”.
Y así fue. Cuando atardecía el concierto, las primeras notas de la esperada rola, tal vez la más representativa, atravesaron el pabellón. La locura y el mosh llegaron hasta el límite y las voces metaleras al frente de la tarima competían con la banda. Era la firma de despedida de Gaias. La primera despedida.
Pero la mala nota llegó al final. Mientras la mayoría salía, los golpes de algunos contra las vallas continuaron y aumentaron. Tanto que hicieron que la banda regresara para terminar con un último tema. Con el que en verdad se despidieron.
Pero eso no le bastó a un puñado y la Policía tuvo que intervenir para calmar los ánimos. Los gases lacrimógenos y unos cuantos detenidos al saltar una cerca fue la mancha de un gran concierto. Las palabras de Adrián lo confirmaron: “Hey, no la caguemos al final. Ustedes han sido nuestro mejor público”.
Era el final. Casi dos horas con Gaias Pendulum habían expirado y los más de 1 mil metaleros quedaron satisfechos.
Otro capítulo del libro negro del metal fue escrito en las tablas de la feria. Ahora ya se conoce el verdadero significado del “Violet gothic”... y la historia metalera salvadoreña sigue creciendo.